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La Iglesia y la Misión




Hay dos ideas importantes que descansan en la enseñanza del Nuevo Testamento acerca de las misiones. La primera se puede percibir en las canciones registradas en el evangelio de Lucas capítulo 1. María y Zacarías cantan por el pronto nacimiento del Mesías, Jesús el hijo de Dios, y lo hacen acordándose de las promesas de Dios en el pacto con Abraham ( Lucas 1:54–55, 72–73) . Dios había prometido a Abraham (Gén. 12:3) una familia numerosa como las estrellas del cielo y la arena del mar, una tierra donde habitar, pero por sobre todo, Dios promete bendecir a todas las naciones de la tierra a través de él . La salvación siempre ha sido el propósito de Dios, la salvación no sólo a Israel sino también de las naciones gentiles. Gradualmente, este panorama nos revela que la salvación sucederá a través del Mesías, el redentor elegido por Dios.


Si bien la incorporación de gentiles al pueblo de Israel se ve desde mucho antes de que llegue el Mesías, gentiles como Rut, Naamán y Rahab fueron llevados a la fe del único Dios viviente. Aunque estos solo son casos ocasionales, sin duda ayudaron para alentar la proclamación mundial de las buenas nuevas del evangelio. La promesa que Dios le hizo a Abraham fue también el marco que los salmistas en repetidas ocasiones cantaron sobre el día venidero en que las naciones gentiles alabarían al Señor (Sal. 67:3–5) y profetas que también la usaron para hablar de la incorporación de los gentiles en el reino de Dios, por ejemplo Isaías hizo un llamado a todos los confines de la tierra para que se volvieran al Señor y fueran salvos (Isa. 45:22).


La segunda idea está muy unido a la primera y se refiere a la limitación que Jesús impuso a su propio ministerio y al de sus discípulos. En Mateo 10:5-6 vemos como Jesús instruyó a sus discípulos a no ir a los gentiles y samaritanos, sino a ir solo a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Sin embargo, Jesús de la misma forma dejó en claro a Sus discípulos que Él tenía otras ovejas que debían ser traídas a Su redil (Juan 10:16) , y que cuando Él fuera levantado en la cruz, atraería a Sí mismo a toda clase de personas (Juan 12:32) y por eso vemos claramente en los Evangelios algunos ejemplos de excepciones a esta práctica, por ejemplo, la mujer cananea que tenía una gran fe (Mateo 15:21–28), de la misma forma la mujer samaritana (Juan 4:4–30) .


La visión de Jesús para el futuro ministerio evangelistico natural y proféticamente viene a cumplir lo que estaba en el pacto con Abraham a través del misión de la iglesia.

Si contemplamos el panorama biblico hasta antes de la muerte y resurrección de Jesús, prevaleció este ministerio restringido, pero luego de esto hubo un cambio total. Una vez acabada su obra salvadora, anunció y envió a sus discípulos dándoles a conocer que su ministerio se había extendido y que debían ir y hacer discípulos a todas las naciones (Mat. 28:18–20). Lucas refleja el mismo mensaje en el capítulo 24, verso 47 haciendo hincapié en este mismo punto. La predicación del evangelio del arrepentimiento y el perdón de los pecados tenía que ser proclamado“a todas las naciones”. La visión de Jesús para el futuro ministerio evangelistico natural y proféticamente viene a cumplir lo que estaba en el pacto con Abraham a través del misión de la iglesia.


El libro de los Hechos nos relata cómo sucedió esto en los inicios de la iglesia. El evangelio de Cristo, su gracia salvadora para el pecador se extendió de acuerdo con las instrucciones que Jesús le dio a sus discípulos: debían ser testigos “en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra” (Hechos 1:8). El autor de los Hechos, Lucas, registra que la misión tiene una alcance cada vez mayor, llegando al capítulo 28, el final del libro, donde vemos a Pablo predicando el reino de Dios en el corazón del imperio romano, “con valentía y sin obstáculos” (Hechos 28:31).


Cabe destacar que Pablo, cuando enseña a las iglesias nacientes en Galacia acerca del evangelio, lo hizo en términos del pacto abrahámico. Cristo nos redimió... “para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzara a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.” ( Gálatas 3:14). Como cristianos, tenemos el Espíritu porque Dios cumplió Su palabra hablada hace mucho tiempo a nuestro padre Abraham.


¿Que debería ser entonces la misión hoy en la vida de la iglesia? Estamos en la maravillosa posición de saber que la intención de Dios es reunir a judíos y gentiles en un mismo redil, el redil del Señor Jesús. Esto es lo que se planteó desde toda la eternidad, en un pacto de redención y su cumplimiento es seguro. Lo que Jesús les declara a sus discípulos en Mateo 28:18–20 no es solo una comisión; también es una declaración del propósito divino: las naciones serán reunidas.


Es momento de animarnos tanto con el ejemplo de evangelización de la iglesia en sus primeros años, pero también con las visiones que el libro de Apocalipsis nos entrega para instruirnos y animarnos, estas claramente reúnen los temas centrales de las promesas a Abraham: familia, tierra, bendición. "y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación". (Apocalipsis 5:9) La iglesia de Dios será de toda tribu, lengua, pueblo y nación, esta será prueba de que la bendición del evangelio ha triunfado sobre todos sus enemigos. La promesa hecha a Abraham, se habrá convertido en realidad, y toda la iglesia reunida de todo el mundo cantará: “La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero” (Apocalipsis 7:10) .


Por Daniel Olivera C.

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